Energía Chile S.A. es controlada por la multinacional francesa ENGIE, ex GDF Suez, a través de la sociedad ENGIE Chile S.A., que posee el 52,76% de la propiedad de la compañía. El 47,24% restante, equivalente es controlado por AFP, inversionistas institucionales locales y extranjeros. ENGIE es un grupo internacional industrial y de servicios, protagonista del desarrollo sostenible que aporta a las empresas, a las comunidades y a los particulares soluciones innovadoras para la energía y para el medioambiente. Sus acciones están listadas en las bolsas de valores de Bruselas y París.
Trabajadores
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Sector Industrial
Energía y Combustible
Engie Energía Chile, ha implementado acciones para disminuir el impacto de sus operaciones, con un beneficio ambiental. Anteriormente toda la ceniza era depositada en vertederos autorizados. Se tienen dos proyectos asociados a la reutilización de cenizas:
De ceniza a cemento
En asociación con Antofagasta-Cementos Bío Bío, se tienen un proyecto de innovación que consiste en la reutilización de la ceniza volante, resultado del proceso de generación eléctrica para la posterior producción de cemento. Esta ceniza, es un residuo no peligroso y tiene propiedades similares a la puzolana natural, al ser remplazada el cemento mantiene su durabilidad y resistencia.
Fábrica de ladrillos y pastelones
El proyecto se encuentra operando desde 2012, se elaboran ladrillos a partir de la ceniza volante que resulta del proceso termoeléctrico. Durante 2016, se inauguró la plaza “Ampliación Casa de Máquinas”, construida en gran parte de ladrillos hechos con residuos, convirtiendo un total de 65.729 ton de cenizas. Asimismo, se amplió la operación de fabricación y los productos se comercializan en las principales ferreterías del norte del país.
El consumo y la producción sostenible consisten en fomentar el uso eficiente de los recursos y la energía, la construcción de infraestructuras que no dañen el medio ambiente, la mejora del acceso a los servicios básicos y la creación de empleos ecológicos, justamente remunerados y con buenas condiciones laborales. Todo ello se traduce en una mejor calidad de vida para todos y, además, ayuda a lograr planes generales de desarrollo, que rebajen costos económicos, ambientales y sociales, que aumenten la competitividad y que reduzcan la pobreza.