“En Cbb buscamos generar valor compartido a cada uno de nuestros grupos de interés. Esta visión de desarrollo sostenible es parte de nuestro modelo de negocio. Por ello somos signatarios de la agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas (ODS), con el fin de sistematizar aquellos compromisos que han sido parte de nuestra historia e incorporar en nuestra planificación, desafíos a desarrollar y consolidar en el mediano y largo plazo.”
Fuente: Memoria integrada Cementos Bio Bio 2019.
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Sector Industrial
Construcción
En 2019 uno de los grandes desafíos fue la construcción del puente sobre el Canal de Chacao en el que se utiliza cemento y hormigón preparado por Cbb, debiendo mantener la resistencia y durabilidad por al menos 100 años, utilizando un elevado porcentaje de residuos y reduciendo las emisiones de CO2 bajo el cumplimiento de la norma chilena de cemento.
El proyecto fue adjudicado en 2016 y el montaje de las primeras plantas se realizaron en el segundo semestre del 2017. Los despachos de hormigón comenzaron en enero de 2018, todo siempre con las mismas exigencias de durabilidad y con el mismo tipo de cemento que actualmente ocupamos.
La reducción de clinker, junto al uso de aditivos cuidadosamente seleccionados, nos permitió alcanzar un factor de clinker, de los más bajos en el mundo, generando una mezcla de excelente resistencia mecánica y la durabilidad necesaria para trabajar en ambientes marinos, denominado Cemento Slag.
El uso de Cemento Slag genera los siguientes beneficios ambientales por cada tonelada utilizada:
Lo anterior no es un hecho aislado, sino que se enmarca en la hoja de ruta que firmamos recientemente con la Federación Interamericana de Cementos de Chile (FICEM) y el Instituto Chileno del Cemento y el Hormigón (ICH), con el fin de afianzar nuestro compromiso de reducir las emisiones al 2030 disminuyendo en un 10 % las emisiones promedio en todos nuestros cementos (de 581 a 520 kg CO2/ton de cemento).
Desde hace tiempo se reconoce que para conseguir una economía robusta se necesitan inversiones en infraestructura (transporte, regadío, energía, tecnología de la información y las comunicaciones). Estas son fundamentales para lograr un desarrollo sostenible, empoderar a las sociedades de numerosos países, fomentar una mayor estabilidad social y conseguir ciudades más resistentes al cambio climático.
El consumo y la producción sostenible consisten en fomentar el uso eficiente de los recursos y la energía, la construcción de infraestructuras que no dañen el medio ambiente, la mejora del acceso a los servicios básicos y la creación de empleos ecológicos, justamente remunerados y con buenas condiciones laborales. Todo ello se traduce en una mejor calidad de vida para todos y, además, ayuda a lograr planes generales de desarrollo, que rebajen costos económicos, ambientales y sociales, que aumenten la competitividad y que reduzcan la pobreza.